Personalidad autoritaria es el conjunto de características individuales que, adquiridas durante la infancia, predisponen a un individuo a aceptar y adoptar creencias políticas antidemocráticas, encontrar satisfacción en la sumisión a la autoridad, dirigiendo la agresión hacia las minorías sociales, étnicas o a los grupos sometidos a la marginación social. Esta personalidad se caracteriza por la presencia de actitudes intolerantes como la xenofobia, el racismo o la discriminación social, entre otros. También se caracteriza por unas formas de pensar muy determinadas y rígidas, es decir, estereotipadas, con abundancia de prejuicios, actitudes propias del conservadurismo y actitudes intolerantes.
Theodor W. Adorno, Frenkel-Brunswik, Daniel Levinson y Nevitt Sanford teorizaron acerca de un tipo de personalidad que hacía referencia al "individuo potencialmente fascista",[1] al cual etiquetaron como "personalidad autoritaria", basándose en escritos anteriores de Erich Fromm,[2] que ya empleaba este término. Por ello, las influencias históricas sobre su teoría incluyen el ascenso del fascismo en la década de 1930, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Un componente principal de la "personalidad autoritaria" es la susceptibilidad a la ideología antisemita y sus creencias antidemocráticas. Su gran corpus de investigación (conocido como El estudio de Berkeley) se centró principalmente en el prejuicio, dentro de un marco teórico psicoanalítico / psicosocial (es decir, un marco teórico freudiano y frommiano).